miércoles, 22 de febrero de 2012

Capitulo 5





11-mayo-1992 (Lunes)
No me gusta salir en una misma hora en la que he visto a mi amado Luis obsesionada en verlo pero no puede evitar salir a pasear a mi Pincho a la misma hora exacta en la que lo vi el otro día y hoy me ha salido bien.
Ya volvía a casa y justo en el mismo lugar en dónde lo vi el jueves me ha parecido verlo. ¡No me lo podía creer¡ Va con su perro. Está superguapo. Lleva una americana azul marino y jeans cortos que dejan ver sus piernas peludas. El chico es muy guapo. Hemos hablado un poquito pero menos que el otro día (unos cinco minutos)
--¿qué tal? –me ha preguntado él.
--¿qué el fin de semana? ¿ya preparado para volver a clase? –respondo yo.
Hemos hablado de los finales. Yo tengo curiosidad en saber cómo le va el curso, cuántas le van a quedar pero no es muy específico. Sólo me dice que no le va demasiado mal aunque no sabe exactamente cuántas le quedarán.
--Filo segura --me ha dicho.
Claro, si no va nunca a clase. Como él no va pues yo tampoco y también la tengo suspendida segura.
--Arte también porque no me presenté al examen ya que no me había enterado.
Sí es verdad que el fin de semana ha hecho más cosas que yo. Almenos se ha leído un libro que hay que leer para literatura. Yo me la ha pasado pensando en él. Eso claro no se lo he dicho. Lo he dicho que no he estudiado nada.
--Igual que yo, bueno. Sólo me he leído el libro de lite.
Su perro no hacía más que el burro y el mío lo seguía.
--el mío hoy ha acabado el régimen –le digo.
--uf, a ver si se va a comer al mío –dice muy divertido.
Su perro lo ha estirado y el mío a mi. Mi Pincho ha perdido el collar.
--anda que al mío le sirve de mucho llevar collar –le digo.
Y es que tampoco es que se lo apriete.
Mi amado Luis ha sonreído:
--Es que el mío es un bestia. Aún le hará daño al tuyo aunque el tuyo es tres veces más grande que el mío.
Después nuestros perros han dado vueltas al nuestro alrededor y se han hecho un lío las cadenas. Mi amado Luis y yo nos hemos quedado muy juntos, casi nos tocábamos. He sentido escalofríos. Ha sido el día más feliz de mi vida. Hubiera querido que ese momento no acaba nunca. Es él quien desenreda las cadenas. Mi Luis es una lindura. El más guapo, el más tierno y el más simpático. Mi perro se ha quedado, un momento, quieto mirándolo a Luis. Luis le ha acariciado la cabeza, ¡que tierno¡ Me ha encantado.
--que cabeza tan grande –me ha dicho dos veces.
Su perro no hacía más que saltar y mi amado Luis le decía:
--¡quieto, Llanus¡
Finalmente ha sido Luis quien se ha despedido de mi.
--Me voy a comer a casa de mi padre, ya me deben estar esperando –me dice.
Cada uno ha ido por su camino. Yo, como siempre que lo veo, estaba supercontenta.
Por hoy ya lo dejo ¡Te amo Luis y espero verte esta tarde y que, ya que son los últimos días, no faltes tanto a clase¡”

Emilia deja su diario. Mira el reloj. Apenas es la una del medio día y las clases no empiezan hasta las seis. No tiene espera. Quisiera que el tiempo pasara volando. Nunca tuvo tantas ansias de ir a clase. Y no estudia nada pero desea verlo. Verlo a él.
Después de pasar todo un fin de semana deseando verlo, triste porque se acerca el final de curso, la deja muy triste que Luis no se presente. Eso lo llena de dolor. No tiene ganas de estudiar, se siente muy agobiada. Luis es el centro de su vida. Si no lo ve no le importa nada y además ya ha comenzado la marcha atrás y no sabe qué será de su vida sin saber si lo verá o no. Llega a su casa muy triste. A oscuras en su cuarto llora. No quiere que nadie la vea llorar. Al poco de la muerte de su padre le parece una falta de respeto hacia su memoria estar llorando por amor pero esa es una pena que tiene en su alma. Una pena tan profunda como la muerte de su padre.

Emilia tiene que esperar al día siguiente para verlo. Emilia vuelve al instituto. Es martes. Ella tiene griego. No se esperaba ver a Luis ( que tiene clase en otra aula) hablando con unos de la clase. Ella pasa en frente de él. Le gustaría formar parte de su grupo de amigos pero tampoco es eso lo único que quiere de él pero sabe que no puede lograr otra cosa. Luis lleva unos jeans tradicionales nuevos. Está sentado sobre una mesa y con las piernas abiertas. Se le ve un buen culo.
--¡qué bueno está¡ --piensa.
Es la primera vez que lo mira con deseo, un deseo profundo, que siente la necesidad de estar con él, que siente fuertes deseos de hacer el amor con él. Mirándolo, Emilia piensa que es con él con quien quiere vivir su primera vez, que no le importaría si luego él no la quisiera volver a ver. Se muere de celos al ver que sólo hay chicas con él. También le molesta que él salga de la clase y no se despida de ella. Lo ama y lo desea pero ese amor la destruye por dentro porque él no está con ella. Sabe que nunca llegará a nada con él pero es hermoso amarlo. Le hace daño pero ama a Luis y no quiere cambiar eso.

Emilia vive pendiente de Luis. Desde hace algunas semanas acude a su edificio. Allá un hombre realiza clases de inglés y aunque no le hace falta, aunque es muy buena en la materia y lo tiene aprobado, pues va a las clases con la ilusión de algún día encontrar a su amado. Le gusta ver el buzón en el que está el nombre de él, el del hermano junto a la madre. Le gusta entrar en ese edificio en el que vive él. Siempre se ha puesto tan celosa al ver a Luis yendo con Marta. Espera algún día poder coincidir con él. Esa mañana se encuentra con Carlos en el portal. El chico va a tomar el ascensor. Se muestra amable. Es igual a Luis pero en rubio. Emilia sabe que está ante el hermano de su amado. Es muy guapo. Le ha gustado conocerlo, le ha gustado que sea amable con él. Tiene la fantasía que es porque Luis le ha hablado de ella. En realidad Carlos está algo apurado y no se fija en esa gorda. La saluda por educación como saludaría a cualquier vecino.

Comienza el miércoles. Emilia espera que ese día pase algo especial con Luis, almenos verlo. Ha tenido que hacer un recado pero pasa por casa de Luis a la misma hora que más o menos siempre lo ha visto. Ve a Luis con Llanus que van hacia comer. Se saludan. Emilia se queda un rato con él. Aprovecha para preguntarle por su hermano.
--Es que ayer vi a un chico que se parecía mucho a ti.
--¿parecerse? Es igual pero en rubio.
--Sí, iba sin afeitar.
--bueno a veces le da. Mucha gente nos dice que somos iguales, que parecemos gemelos pero él es un año mayor.
Aunque no tiene mayor importancia, a Emilia le gusta conocer este dato. Luis en seguida se despide con la misma frase de siempre:
--me voy que ya me están esperando.
Emilia está muy contenta por haberlo visto.

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