miércoles, 22 de febrero de 2012

Capitulo 17



Y Luis queda en la cama retorciéndose de placer. No se ha dado cuenta de su error. María de los Ángeles lo mira furioso:
--¿¿¡¡quien es Emilia??¡
Y Luis la mira con el rostro desencajado por la sorpresa:
--¿cómo?¿de dónde has sacado ese nombre?
--¡¡me has llamado tú así. Ahora, recién que hacíamos el amor¡¡
--No es verdad.
--¡¡claro que lo es¡¡
Y Luis se levanta de la cama totalmente desnudo. Se enoja para borrar su culpa:
--¡¡estás loca¡¡
Ella se levanta envuelta en una sábana:
--¿¿quién es?¿la tipa que vimos ahora y te devoró con los ojos? ¡¡ya sabía yo que le gustabas¡¡ ¿¿¿quien es? ¡¡tu amante??¡
--que más quisiera yo --piensa Luis.
Pero no muestra sus sentimientos sino que se enoja:
--¡¡te lo has imaginado. Estas mal. Dije otra cosa¡¡
Y se encierra en el baño pensativo dejando a su esposa alterada. Y él se mira al espejo desnudo como está. Sonríe pensando en Emilia. Se excita mucho recordando lo bonita que está:
--¿será verdad que le gusto? Ahora que ella es la bonita ¿le gustaré igual?
Se estremece todo pensando en La gordita y repite su nombre una y otra vez. Y la culpa y el deseo lo ha atrapado:
--¡¡no puede ser¡¡ ¡¡Qué me está pasando¡¡ Pasión, es una pasión pasajera. No puedo poner en peligro ahora casi 20 años de matrimonio¡

Y Emilia en su antiguo cuarto no puede dormir pensando en Luis.
--¡¡está casado¡¡ ¡¡está casado¡¡
Y se levanta y reza y pide a Dios fuerzas para no caer en la tentación.

Al día siguiente, María de los Ángeles se refugia en su suegra. Le cuenta que Luis la llamó Emilia. Ese nombre llena de odio a la mujer:
--¡¡¡Emilia¡¡ ¿¿esa gorda? ¡¡yo creía que estaba muerta¡¡ ¡¡debió morirse¡¡
--una gordita no. Entonces no es quien yo pienso. ¿y quién es esa gorda?
Y Encarnación le cuenta la historia.

Y Emilia sin saber bien qué espera está paseando por el mismo lugar en el que vio a Luis.
--¡¡tengo que olvidarlo¡¡ No soy una mujer ¡soy una religiosa¡¡
Desea verlo y siente un amor que la quema y no puede controlar. Por un lado quiere que el aparezca y por otro lado suplica no verlo. Pero su cara se le ilumina toda al verlo. Va hacia ella. Aunque está gordo, ya no tiene el cuerpo atlético de antes. Luce bien guapo. Emilia está seducida. Sin afeitar, en jeans y Emilia muerta por él. Y él está temblando:
--tienes que ignorarla --dice él para si-- tienes que olvidar este fuego que te arrastra a ella. ¡¡estás casado¡¡
Y Luis trata de mostrarse indiferente pero mueve la cabeza de una manera muy dulce:
--Adiós, que te vaya bien --le dice él con un encanto que a ella le enloquece.
Y él pasa de largo y ella desea llamarlo, retenerlo y él desea lanzarse a sus brazos.
--está casado y yo me debo a Dios --piensa ella mientras que antiguos sentimientos se han apodera de su alma.
Y no lo deja escapar:
--¡¡Luis¡¡
Y él se gira y ninguno de los dos se controla. Se dejan llevar por lo que están sintiendo. Y ella corre hacia él y él la espera y se abrazan y se besan apasionadamente. Es un fuego que los devora a los dos.
--Luis, te amo. Mi amado Luis. Nunca te pude olvidar. Hay tantas cosas que tengo que decirte.
Y él la mira seducido:
--ahora no, vamos a un sitio donde estemos solos.
Y la mirada de él no deja lugar a dudas y ella se olvida de todo. Van a una casa que hay cerca. Está abandonada y cubierta en sábanas. Se miran con deseo.
--no puedo creer que esté así contigo –jadea ella.
Luis la desnuda:
--que hermosa eres.
Y ella lo desnuda a él:
--te amo.
Y a pesar de ser él casado y ella monja se aman y se unifican en un solo cuerpo ardiente mientras se entregan a uno como dos verdaderas bestias salvajes. Y ella de felicidad al ser amada por primera vez.














Luis y Emilia quedan desnudos en la cama, jadeando. Ella no le da la cara. Él la abraza por la espalda con mucha dulzura. Está feliz por la entrega de la mujer pero también muy sorprendido al comprobar que era virgen. Es algo que le sorprende tanto que ni se atreve a comentarle. Le duele ver que no lo mira. Se muestra cariñoso, teme haberla defraudado.
--arrepentida?
--no, pero estuvo mal. Estas casado --solloza ella tragándose sus lágrimas y su verdad.
Él abraza a su amante y le mueve la cabeza para que lo mire:
--me dijiste que me amas --le dice él con orgullo.
Ella lo mira, lo acaricia. Llora:
--y tu esposa?
--me separaré.
ella llora atormentada por la culpa. Agarra con sus manos el crucifijo que cuelga de su cuello, en un cuerpo desnudo después de entregarse al pecado según el modo de vida que ella eligió:
--perdóname, Dios mío --dice ella para sí.
Pero Emilia ama a Luis, lo ama más que nunca y esa entrega para ella ha sido lo más puro de su vida. Pero hay culpa, ha fallado a sus votos como religiosa. Luis es un hombre casado y la idea de haberse convertido en una simple amante, en la diversión de un hombre casado la angustia. Está segura de su amor, de la misma manera que está segura que para Luis no es más que una mujer bonita. No imagina que esa entrega ha roto algo en Luis, algo que de momento es sólo una ilusión pero es algo fuerte que está naciendo en el corazón de Luis y podría ser algo grande pero Emilia siente que ese hombre no es su hombre, que es un hombre prohibido para ella. Llena de amor y vergüenza la bella Emilia deja en la cama a su amante gordito. Se levanta cubierta en una sábana. Luis la agarra del brazo:
--no te vayas --le suplica.
Ella se queda quieta mientras él en la cama la tiene agarrada del brazo:
--¿es que esto no ha significado nada para ti?

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